La convocatoria al diálogo político se presta a muchas lecturas, como dice la gente que quiere dárselas de inteligente y fina. También la reacción y las declaraciones de los opositores dan pie para lecturas (es decir, interpretaciones) diversas. Muy sintetizadas, allá van algunas lecturas posibles, en caso de que algún lector desee leerlas: Harto de esperar en vano la arremetida de la oposición después de su victoria electoral, el Gobierno decidió tomar la iniciativa. Para la oposición fue un alivio, porque después de haber ganado a nadie se le ocurría qué hacer. Por eso ha dicho Margarita que la convocatoria fue "oportuna". Muchos líderes destacados de la oposición están conociendo, a raíz de la cita, las dependencias de la Casa Rosada, que de otro modo difícilmente verían. Por eso el llamado oficial es "importante". La disposición a dialogar después de seis años de silencio demuestra que el Gobierno ha perdido credibilidad. Por lo tanto, no hay nada más lógico que creerle, y la mejor prueba de fe que se les puede pedir a nuestros sagaces opositores es que vayan a tomar el té con los que, según ellos, siempre les han mentido. Claro, es cierto que ahora hay que esperar los resultados. Pero esperar es la especialidad de la casa para los miembros de nuestra clase opositora. El Gobierno, caracterizado por sus lecturas erróneas en materia de estadísticas, proyectos y modelos, ha ido en contra de su propia esencia y ha realizado esta vez, como lo indica la reciente candidata opositora, una lectura correcta de los hechos. Y, puesto que de hechos se trata, la oposición puede jactarse de que está consiguiendo importantes concesiones en la ronda de diálogo. Es decir: ha logrado que los oficialistas estén quedando como príncipes al otorgarles, gota a gota, lo mismo que hubieran obtenido por el sistema de la canilla libre de haber hecho valer su nueva condición de mayoría en el Congreso.
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