domingo, abril 04, 2010

FELICES PASCUAS

LAS ANDANZAS DE DOÑA ROSA
HOY: DOÑA ROSA EN LA IGLESIA Pastor: Buen día hermanos y hermanas en esta mañana hablaremos acerca de la existencia del diablo ¿Existe el diablo?
Aceptemos o no la existencia de Satanás; sin lugar a dudas es un hecho que lo malo existe, y eso hasta el punto más terrible, enorme e inhumano. Al decir esto se presentan naturalmente las preguntas: ¿De dónde viene el mal? ¿Cuál es su origen? ¿El mal solamente es un producto de la evolución? ¿Será que la “sopa original” estaba parcialmente agria y se derramó, haciendo que el pecado se extendiese? ¿O será que hay algo más detrás de todo esto? ¿Cuál es la causa del horror y de la maldad, el origen de la muerte y del temor? La verdad sobre el diablo nos la puede trasmitir únicamente el libro de la verdad, la Biblia. Solamente ella nos trasmite información fidedigna sobre el origen y la meta del ser humano. ¿Qué tiene ella para decirnos sobre la existencia de Satanás? Benedikt Peters escribe como introducción para su libro “Sellos abiertos”: “... ¿De dónde procede el hecho que, por un lado, tengamos la capacidad de captar lo lindo, lo bueno y lo verdadero, nos podamos gozar de la armonía en color, forma y sonido, pero por el otro lado tengamos características tan repulsivas como la envidia, el odio, la mentira y la codicia? ¿Y de dónde proviene el sufrimiento? ¿Porqué hay cosas que duelen? En los primeros tres capítulos de la Biblia Dios nos da respuestas a estas preguntas, que de otro modo son incontestables.” En estos primeros tres capítulos de la Palabra de Dios se nos informa que el diablo ya existía antes de la creación del ser humano, y que el pecado entró en el mundo porque él sedujo a Adán y a Eva. Con toda seguridad no existe una respuesta más satisfactoria de la filosofía o de la sicología acerca de la procedencia y de la presencia del inevitable mal que la que nos dan las Sagradas Escrituras. Por lo menos siete libros del Antiguo Testamento enseñan la existencia del diablo (Génesis, 1 Crónicas, Job, Salmos, Isaías, Ezequiel y Zacarías). A través de prácticamente todo el Nuevo Testamento se testifica de la existencia y del actuar de Satanás. Jesucristo mismo hablaba de la existencia del diablo. Veinticinco de los veintinueve pasajes acerca del diablo que encontramos en los cuatro evangelios, provienen directamente de la boca del Señor (por ejemplo: Mt. 13:39; Lc. 10:18; 11:18). Con toda claridad, la Biblia enseña sobre la tentación de Jesús por el diablo; en la cual el Señor, contrariamente a Adán, resistió a la tentación y ganó la victoria (por ej. Lc. 4:1, en adelante). La Biblia usa muchos nombres diferentes para el diablo: Satanás (en Mt. 4: 10) Adversario (en 1 P. 5:8) Diablo, del griego diábolos (que significa calumniador o desordenador) (en Ef. 6: 11) Beelzebú (o Señor de los demonios) (en Mt. 12: 26-27) Belial (que significa impiedad, maldad) (en 2 Co. 6:15) El Mal (refiriéndose a su carácter de maligno) (en Jn. 17: 15; y en 1 Jn. 5:18-19) Serpiente (que representa astucia y malicia) (en Ap. 20: 2) Dragón (por su fuerza iracunda) (en Ap. 12: 9) Acusador (en Ap. 12: 10) Tentador (en 1 Ts. 3:5) Engañador de todas las naciones (en 2 Jn. 1:7; y en Ap. 20:8) Príncipe de este mundo (en Jn. 12: 31) Dios de este mundo (o dios de este siglo, también debilitador de las naciones; en Is. 14:12; y en 2 Co. 4:4) Príncipe de la potestad del aire (en Ef. 2: 2) Espíritu que obra en los hijos de desobediencia (también en Ef. 2: 2) Gobernador mundial de las tinieblas de este siglo y el poder espiritual de maldad en las regiones celestiales (en Ef. 6: 12) Homicida desde el principio (en Jn. 8: 44) Padre de mentira (también en Jn. 8: 44) Y, Angel de luz (en 2 Co. 11:14). Ahora, veamos algo acerca del origen de Satanás Satanás es un ser angelical creado, o sea una creación de Dios. Por lo tanto, él no posee los atributos divinos como omnipotencia, omnisciencia u omnipresencia (Job 1:7). No obstante él es rico en experiencia y tiene a su disposición un ejército de innumerables demonios, para poder influenciar y controlar el mundo entero. Satanás pertenece al orden angelical de los querubines (Ez. 28: 14), y es muy posible que incluso hubiera sido jerárquicamente el más importante de los seres angelicales. El hecho es que cuando el arcángel Miguel “contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés”, él no se animó a “proferir un juicio de maldición contra él, sino que dijo: ¡El Señor te reprenda!” (esto podemos leerlo en Judas 9). A causa de su caída en el pecado hoy día él es el arcángel de todo lo malo y el soberano de todos los ángeles convertidos en demonios. Por esta causa, en Ef. 2:2 es denominado también como el “príncipe de la potestad del aire”. Isaías 14:12-17 y Ezequiel 28:11-19 nos hacen saber algo sobre el origen de Satanás. Isaías lo describe como “estrella luminosa” e “hijo de la mañana”. El nombre latino Lucifer significa “el que trae luz”. Ezequiel identifica su origen como “el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”. Él tenía su lugar en el Jardín del Edén, que era el jardín de Dios; su “vestidura” estaba hecha de “toda piedra preciosa”, y se encontraba en “el santo monte de Dios, en medio de las piedras de fuego”. De modo que Satanás moraba en la directa presencia de Dios. Era un “querubín grande, que cubría con las alas extendidas”, quien originalmente había sido perfecto en todos sus caminos. Algunos intérpretes creen, que él inclusive habría sido el ángel responsable de la música. En esto ellos se remiten a Ezequiel 28:13: ”En Edén, en el huerto de Dios estuviste tú; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.” Aquí también encontramos una explicación del porque gran parte de la música actualmente esté tan corrompida y porque algunos tipos de música ejerzan una influencia oculta tan fuerte. Muchos, especialmente jóvenes, son literalmente absorbidas por ella y están bajo su influencia. La música se ha convertido en un tipo de religión alternativa. Con toda seguridad que no es casualidad que del linaje de Caín provenían los primeros inventores de instrumentos musicales. Esto, sin embargo, no significa que toda música sea mala, ya que ella fue creada por Dios. También el Rey David fue un inventor de instrumentos musicales. Pero existe una diferencia entre la música espiritual, que tiene efectos edificantes, y la música degenerada no espiritual, que puede llevar a la agresividad, al éxtasis y a la confusión. Hablemos de la caída de Satanás en el pecado: Jesús llama a Satanás “padre de la mentira” y “homicida desde el principio” (Jn.8: 44). De esto se deduce con claridad que él es el productor del pecado. Ezequiel informa, en el capítulo 28, versículo 15, que de repente se encontró maldad en él. Como fue que Satanás llegó a pecar, sin embargo, no se nos informa. Él, no obstante, pecó por su libre decisión, sin que Dios hubiera contribuido en forma alguna a ello. Es totalmente posible que surjan cosas negativas que sean admitidas por Dios, aunque El no sea la causa de las mismas. Satanás fue creado “perfecto” (lo vemos en Ex. 28: 12). De modo que el Creador no puede ser hecho responsable por el surgimiento del pecado. El pecado se originó en el corazón de Satanás, en su ilimitado orgullo de querer ser igual a Dios (como lo vemos en Is. 14: 13-14). Ezequiel escribe, en el capítulo 28, versículo 16 de su libro, que Satanás llenó su corazón de iniquidad y pecó. Su corazón quería llegar muy arriba a causa de su hermosura. Una tercera parte de todos los ángeles se dejaron influenciar por el orgullo de Satanás; éstos son los que se convirtieron en demonios. El ser humano por haberse dejado seducir por Satanás, cayendo así en el pecado, ha caído bajo su dominio. Satanás incluso tiene poder sobre la muerte. El primer pecado del ser humano convirtió a Satanás en el príncipe de este mundo, con influencia sobre todos los pueblos. ¿Cuál es La meta de Satanás? Satanás odia todo lo que es de Dios y muy especialmente a Jesucristo. Sea como fuere, él quiere evitar que se establezca el Reino de Dios y lucha contra el mismo. La meta del diablo es cegar la mente de todos los seres humanos que no creen en Jesucristo, para que ellos no acepten el evangelio de la salvación (2 Co. 4:4). Con la ayuda de sus demonios, él quiere llevar a la perdición a la mayor cantidad de seres humanos posible, quiere arrojarlos a la oscuridad y llevarlos cautivos para sí mismo. Esto también está claramente explicado en los evangelios. Quien se abre al ocultismo, como por ejemplo a la adivinación, a la lectura de las líneas de la mano (quiromancia), al espiritismo, a la astrología, a la magia blanca o negra, pero también por medio del abuso del alcohol y las drogas, y de la pornografía, cae bajo la influencia de Satanás. Las consecuencias pueden ser depresiones, pensamientos de suicidio, temores de todo tipo y un fuerte sentimiento de insatisfacción hasta llegar al odio. A esto se le agrega el hecho que estas personas repentinamente se cierran al evangelio de Jesús y ya no son receptivas al mismo. Ellos reaccionan en forma especialmente fuerte hacia el nombre de Jesús. En el peor de los casos pueden llegar a tener fuertes ataduras ocultas que los llevan hasta la posesión demoníaca. Quien cree que esta descripción es exagerada debería observar con toda sobriedad nuestra situación mundial y ponerse a pensar si existe una mejor explicación para el presente dominio de crueldad y violencia. Además existe la meta de Satanás de establecer un reino contrario al Reino de Dios, es decir, de crear un sistema mundial en el cual Dios es totalmente dejado fuera (“Nuevo Orden Mundial”). Al final del presente tiempo él tratará de llevar a todas las naciones contra el Reino de Cristo que se estará estableciendo en Jerusalén, con la meta de destruirlo (Ap. 16: 13-16). De ahí también se explica el gran odio de nuestro mundo hacia el pueblo judío, porque allá en Israel Dios establecerá el Reino de Su Hijo y, finalmente, lo convertirá en bendición para todas las naciones. Además de todo esto, el diablo logrará que el mundo acepte al Anticristo como su “salvador”. Esa es su “alternativa” a Cristo (Ap. 13). Como Satanás tiene el dominio sobre el mundo y sobre sus posesiones, él usará sus “maravillas” para seducir la humanidad, como ya lo ha hecho (podemos ver también Mt. 4: 8-9; y Lc. 4: 5-7). Jesús es el vencedor del diablo. Él venció a Satanás, al pecado y a la muerte. Cristo como verdadero hombre fue tentado por Satanás en forma semejante a la tentación de Adán y Eva, pero Él resistió la tentación y venció al tentador. Como hombre sin pecado, Él restableció el orden espiritual, como existía antes del primer pecado. Y así como a través de Adán todos llegaron a ser pecadores, ahora todos pueden ser librados del pecado por medio de Jesús. Por esta razón es que, en 1 Co. 15:45-47, Jesús también es llamado el segundo y último Adán. Jesús vino para destruir las obras del diablo, lo cual realizó por medio de su vida exenta de pecado, de su muerte en la cruz y de su resurrección. En Hebreos 2:14-15 dice: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de los mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” Esta salvación, que fue lograda por Jesucristo en la cruz del Gólgota, ya fue anunciada poco tiempo después del primer pecado, cuando Dios dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Como señal de que, con la venida de Jesús había comenzado el tiempo de la salvación, el Señor echó fuera muchos demonios y liberó a incontables personas de ataduras causadas por Satanás o sus demonios. Él perdonó pecados y dio paz a los seres humanos. La venida de Jesús tenía un objetivo muy concreto, como podemos ver en Col. 2:14-15: “(Él anuló) el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Toda persona que por la fe acepta para sí misma la salvación que es por medio de Jesús, recibe perdón y liberación completos. Con eso la persona sale del dominio de Satanás, para llegar al área de la soberanía del reino de Dios. La Biblia dice en Col. 1:13: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. ¿Cuál será el fin de Satanás? Cuando el Señor Jesucristo vuelva, Satanás será atado por mil años; y los reinos de este mundo serán integrados en el reino de Cristo. Recién entonces se cumplirá en forma literal esta petición del Padre Nuestro de Mt. 6:9-10: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Al final de los mil años, el diablo y la muerte serán echados al lago de fuego (Ap. 20: 1-3, 7-10, 14). Entonces Dios creará un nuevo cielo y una nueva tierra, en los cuales no habrá más muerte, porque ya no existirá el pecado, y por eso tampoco habrá más duelo. A aquellas personas que creen en Jesús, les es dada la garantía de la entrada al cielo. En el caso de que vos estuvieras de alguna manera atado a Satanás, ya sea a causa del ocultismo o de cualquier otra procedencia, confiesa estas cosas al Señor Jesús en oración y pídele que te libere. Él lo hará con toda seguridad, porque: La Escritura dice en Ro. 10:11,13: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado,” y: “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
Cholo: Que buena palabra la de esta mañana Rosa.
Doña Rosa: Realmente, para meditarla. Y bueno, escrito está: EN EL MUNDO TENDREIS AFLICCIONES, PERO CONFIAD YO HE VENCIDO AL MUNDO!
Cholo: ¿Vos?
Doña Rosa: JESUS !!!

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