lunes, enero 28, 2008

El siguiente artículo fue escrito por Chiche que es Gelblung; muy interesante por cierto, aunque no dice nada nuevo: los argentinos somos unos tibios totales ó ciudadadnos de "baja intensidad" como dice la nota.
En ese contexto bien le somos útiles a la solicitud de "ahorro energético" ya que al ser de "baja intensidad" solo miramos nuestro ombligo y no nos gastamos mucho por ver que pasa en la vereda de al lado, siendo esto caldo de cultivo para los políticos de turno que desean fervientemente representarnos y al cual el argentino medio delega toda responsabilidad sin hacer un control de gestión mínima siquiera.
Algún día aprenderemos...
De paso les comento, el blog "mundo chiche" está chiche bombón para leer en vacaciones
MALEDUCADOS Los argentinos somos considerados por los sociólogos del mundo como ciudadanos de baja intensidad. ¿Qué es un “ciudadano de baja intensidad”? Básicamente una persona que no se anima a reclamar lo que le corresponde, alguien que considera que cualquier cosa que se le dé en estado en que se encuentre, sea un bien o un servicio de un proveedor público o privado, es todo lo que se puede conseguir, lo máximo a lo que se pueda aspirar. Para un ciudadano de baja intensidad, el derecho a reclamar o a quejarse es una atribución que no tiene que ver con la cotidianeidad de su existir. La radiografía de un ciudadano de baja intensidad coincide con la de cada uno de los argentinos, seres que andan por la vida con miedo o, por lo menos, con la sensación constante de deberle algo a alguien. Cualquiera que hable con un norteamericano o con un europeo podrá percibir la diferencia. Basta con pasar cinco minutos con un extranjero del llamado “Primer mundo” para notar que se mueve con una solvencia y una seguridad desconocida para los argentinos. Para nuestros compatriotas está fuera de discusión el hecho de que el voto no modifica nada, de que sea cual fuere la elección, el político siempre se sale con la suya gracias el poder que uno mismo le delega, de que el médico del hospital público puede optar por atender mal a un paciente, a pesar de que este le paga el sueldo cuando abona sus impuestos. No hay ciudadanos, sino maltratados. Hay argentinos que se curan mal, que se enferman más y que terminan sus días en hospitales sin saber cuáles son los derechos; son personas que mueren en la ignorancia de no saber que pueden reclamar una vida mejor.

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