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sábado, noviembre 25, 2006
SOLO EL AMOR SALVARA AL MUNDO
Carta de Lectores
LA NACION 13/11/2006
Señor Director: "El 19 de octubre, en Victoria, subí al tren rumbo a Retiro. Eran las 13.30 y venía con todos los asientos ocupados. Como de costumbre, había que viajar de pie. "Pasando Acassuso, haciendo malabares por el traqueteo, entró al vagón un hombre. Flaco, alto, pálido, canoso, pantalón negro, camisa blanca, corbata fina y larga. En una mano llevaba un bolso del que asomaba un banquito. Con la otra arrastraba una valija con rueditas. Pidiendo permiso, llegó a la mitad del vagón y se arrimó a la puerta contraria al andén. Acomodó el banquito y se sentó. Del bolso tomó un grueso delantal que enlazó a su cintura. Y con un gran pañuelo secó su cara. "Con mucho cuidado sacó de su carrito un viejo bandoneón, muy usado, gris oscuro, opaco, desteñido. Sólo se veía su marca, Premier, y los acerados firuletes. "Lo acomodó sobre sus rodillas y, en medio del ruido del tren en marcha, gritó a media voz: «Sólo el amor salvará al mundo». Miró a todos, repitió la frase y empezó a tocar un tango. En la primera estación el tren paró, bajó y subió gente. Sin apuro, los ágiles dedos siguieron desgranando las antiguas notas. El tren arrancó, volvió el ruido, pero el viejo bandoneón se hizo oír con toda su fuerza. Con los últimos compases, muchos lo aplaudimos. Miró a su alrededor, sonrió y repitió: «Sólo el amor salvará al mundo». "Anunció una milonga. Arrancó con brío, acompañando la música con la cabeza, los pies, todo su cuerpo, el alma. Nada lo distraía. Estaba ensimismado en su música, sus sueños y quimeras, sus recuerdos, éxitos, frustraciones. "La función llegó a su fin. Se oyeron unos cuantos aplausos mientras el eximio intérprete guardó su reliquia en el estuche. Desató su delantal y lo guardó. Secó de nuevo su frente. Sacó del bolso un blando sombrero marrón, se levantó ágilmente y recorrió el pasillo juntando algún mango. Sonriendo, dio las gracias a todos. Cuando puse unas monedas en su sombrero, le pregunté su nombre. "Sorprendido, dijo en un murmullo «Pedro Martín». Hoy le respondo «gracias, Pedro Martín»." José J. Vicentini
LA NACION 25/11/2006
El fuelle de Martín Señor Director: "Correspondiendo a la carta «El fuelle de Martín», del 13/11, comento que conozco desde hace varios años a Martín, con quien sostengo un frecuente diálogo, pues nos identifica nuestra residencia sanfernandina y nuestro gusto por el tango. "Martín es un ser sensible, cálido y querible. Su afición primordial es la actuación, sobre todo la imitación que corona con su personaje inefable: Pepe Biondi, con quien guarda, morfológicamente, un notable parecido. Sin perjuicio de ello, Martín, con su perseverancia y fino gusto, ha logrado perfeccionar su ejecución en tan difícil instrumento como lo es el bandoneón. "Actualmente, Martín vive principalmente de los recaudos que le proporcionan los pasajeros de la línea Mitre, a través de sus «breves conciertos ferroviarios». No obstante ello, también es requerido para amenizar reuniones o dar alguna clase con su instrumento. "Martín acompaña todos sus gestos con frases plenas de afecto y de paz que vuelca, a manera de ramillete, para que todos escuchen y mediten: «Sólo el amor salvará al mundo», dice con voz clara, antes de comenzar su acto. Pienso que deberíamos contar con muchos Martín en este desconcertado país para lograr armonizar nuestros espíritus y volvernos más hermanos."
Jorge Muñoz Vito Dumas 499 San Fernando (Bs. As.)
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